Te da miedo u odias enseñar ciertas clases o estudiantes.
Claro, hay lecciones que son más estresantes que otras. Pero tu trabajo como profesor de baile no es solo enseñar a bailar. Tu principal responsabilidad es sacar provecho y aprender de cada lección que enseñes, de modo que en cada lección posterior, puedas aplicar una mayor cantidad de conocimientos para el beneficio de todos tus alumnos. Pero no vas a aprender nada te la pasas mirando el reloj y tratando de pasar a través una clase desafiante lo más rápido posible. Necesitas optimizar tu actitud hacia la enseñanza y aprender a transformar la energía negativa de tu estudiante en un ventaja educativa.
Improvisas.
Improvisar una clase no es prueba un estado de ánimo "artístico". Esto significa que no inviertes suficiente tiempo en la planificación de tus clases. Sí, en una lección de baile hay que ser flexible pues el plan a menudo es la primera víctima de la realidad, pero es por eso que debes venir a trabajar con un plan B y por si acaso, planes C, D y E también. Necesitas mejorar tus capacidades de organización.
Crees en el "infierno del principiante".
El comienzo del proceso de aprendizaje es el momento más emocionante en la carrera de baile de un estudiante. Es el momento en el que todo es posible. También es el más fácil. Los pasajes ficticios de la aflicción, como el “infierno del principiante”, son la manera en que los instructores novatos, desorganizados y dogmáticos excusan su propia falta de conocimiento y de experiencia en la definición de objetivos antes mismo de comenzar a enseñar. Tienes que aprender más sobre las curvas de aprendizaje, las técnicas de motivación y el ritmo de enseñanza.
Nadie hace preguntas en clase.
No creas que es porque eres el maestro perfecto. Esto solo significa que haz creado un entorno de aprendizaje en el que el estudiante prefiere más ser ignorante que parecer ignorante. Tu imagen como instructor professional necesita una remodelación completa.
Crees que algunos estudiantes tienen o carecen de "talento".
El talento se define como la habilidad natural de hacer algo bien sin ser enseñado. Si ese es el caso, ya que estás en clase para enseñar, el talento puede eliminarse de la ecuación de aprendizaje de tus estudiantes sin consecuencia alguna. Clasificar a tus alumnos según su supuesto nivel de talento es cerrar los ojos a todos los demás maneras por las que puedes llegar a conocer a tus alumnos y la mejor forma de enseñarles. Necesitas comprender mejor el proceso de aprendizaje.
Cuando alguien hace una pregunta, tu respuesta siempre incluye las palabras "mírame bien..."
Probablemente aprendiste visualmente, así que naturalmente crees que todas las demás personas aprenden de la misma manera. Pero no toda la gente aprende visualmente y no todos los alumnos tienen la misma conciencia espacial / lógica / corporal. De ti depende aprender cómo evaluar mejor a tus estudiantes y cómo ser más flexible en tu forma de comunicar.
Si reconoces dos o más de estos puntos en tu enseñanza, puede que sea el momento de invertir en convertirte en un mejor instructor.
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Si, eres un buen bailarín, quizás hayas ganado algunas competencias; das regularmente espectáculos en congresos y naturalmente, la enseñanza es la siguiente cosa que lógicamente decidiste hacer. Quizás tus amigos te incitaron a hacerlo, o tal vez te inspiraron tus propios instructores. Tal vez querías un poco de dinero extra o quizás solo querías que otros beneficiaran de tu experiencia.